Back-up de textos de Germán Navas

Espacio que utilizo para mantener a salvo todo lo que escribo: cuentos, notas periodísticas, poesías, letras de canciones, fórmulas, historietas y recetas de cocina. Seguramente sea mi espacio más íntimo en la Web, por eso te pido discreción.

martes, octubre 31, 2006

Cuento: "Tarea para el hogar"

- ¿Contestaste la sexta pregunta? –curioseó Claudia.
- No. No encuentro la respuesta por ninguna parte. –apuntó Sergio.
- Yo la tengo acá mismo, tomen, cópienla. –intervino Mariana.
- ¡Gracias! Yo tengo para pasarles de la uno a la tres. –agregó Nora, mientras se servía un vaso de Coca Cola.
- ¿Alguien sabe qué dijo la maestra ayer respecto del trabajo práctico de biología? –preguntó Eugenia.
- Sí, dijo que se extiende la fecha de entrega hasta el lunes. –afirmó Mariana, con serias dificultades para pronunciar la palabra “extiende”.
- Che, Javier, ¿podés dejar de mirar la televisión y venir a ayudar con la tarea? –indagó indignado Santiago, que hasta el momento había permanecido en silencio.
- Sí, che, Santiago tiene razón, hacé algo. –le increpó Claudia.
- ¡Cuando lo van a entender! –replicó Javier. Nuestros hijos ya están demasiado grandecitos como para que les sigamos haciendo la tarea nosotros. ¡El mío cumple 18 la semana que viene...! Y además se pasa jugando todo el día a los videojuegos… Bueno… dale, no me miren así, díganme qué tengo que hacer. ¿La maqueta de ciencias? Listo, me ocupo.

miércoles, octubre 25, 2006

Historia: "El Conde nunca cagó"

De chico supe poseer siempre una noble inquietud: jamás me permití dejar de tener la palabra final durante los duelos de puteadas, refranes y criolladas que se disputaban entre el piberío de mi barrio. A cada insulto recibido, yo tenía uno aún mejor para retrucarlo. Sería por ello –pienso hoy- que mi impúber figura era tan respetada entre mis amigos del vecindario. No encuentro otro motivo para justificar semejante honra, pues bien es sabido que yo no era el más fuerte, el que corría más rápido, el que inflaba los globos de chicle más enormes, el que desenterraba más lombrices, ni siquiera el que tenía el pitulín más grande. En efecto, cada día me convenzo más de que fue el propio arte de la palabra el que me colocó en una situación por muchos pibes envidiada.
A medida que fui creciendo, noté que continuaba sembrando ese mismo respeto en otros barrios aún lejanos a mis aposentos, donde solía visitar a otros amigos o familiares allí radicados. De tal forma, sepan mis lectores que en Almagro nadie se atrevió jamás a dirigirme un insulto. En Merlo los chicos peleaban reñidamente por ganarse mi amistad. En Villa Gesell –durante mis añorados veraneos- recuerdo cómo un pequeño llamado Gonzalo buscaba enfurecerme adrede con el único y simple fin de tomar nota de cada una de mis hábiles y espontáneas contestaciones.
De la extensa lista de barbaridades con las que solíamos arremeternos, recuerdo haber ganado innumerables duelos con las populares puteadas del conde. Llegué a memorizar entre veinte y veinticinco réplicas al concadenamiento de injurias que se generaban tras la frase: “-¿Vamos? -¿A dónde? -Adonde cagó el conde”. Procederé a desarrollar tan sólo algunas de aquellas premisas, para lo cual me valdré -en forma ilustrativa- de dos personajes: (A) y (B).
“(A): ¿Vamos? (B): ¿A dónde? (A): Adonde cagó el conde. (B): Como el conde no cagó, andate a la puta que lo parió! (A): Como el conde está de huelga, agarrame la que me cuelga... (B): Como el chiste no tuvo gracia, subite la mía y hacé gimnasia. (A): Como el cuento no tiene fin, sobame el mocasín. (B): Como calzo poco, acariciame el coco. (A): El conde es vegetariano: agarrámela con la mano. (B): Al conde no lo veo: enrollame bien el fideo. (A): Ya que te hacés tanto el vivillo, bajate el calzoncillo. (B): El conde usa bombacha… y el maní empacha!, etc.” Y de esta forma he llegado a permanecer horas enteras sosteniendo cada réplica sin dar brazo a torcer hasta lograr la desidia de mis adversarios.
Dicho esto, confesaré que algunas semanas atrás, durante la fiesta de cumpleaños de ocho de mi ahijado, recordé el suceso relatado e intenté ratificar aquel título de campeón en insultos que supe ganarme durante mi niñez. En cuanto uno de los pequeños invitados me dio un pie, arranqué hábilmente invocando al mítico conde, jactándome de ello. Para mi sorpresa, los niños se quedaron mirándome estupefactos, con mucha extrañeza y un evidente aire de preocupación. Sin embargo, olvidaron rápidamente el episodio y continuaron jugando con su Playstation, que era, sin duda, mucho más entretenido.

viernes, octubre 20, 2006

Polémica por una raspadita

Villa Bosch, 20 de octubre de 2006. HDP-
Durante el transcurso del pasado día miércoles, un curioso hecho se suscitó en una agencia de lotería de la localidad de Villa Bosch. Una señora de 45 años de edad concurrió a un local de juego a fin de comprar una “Raspadita de la suerte”. Luego de adquirirla, procedió a raspar con sus propias uñas la zona gris del cartón, y quedó anonadada de lo que halló escrito: “Puto el que lee esto”. La mujer –completamente encolerizada- dudó por un instante y se comunicó telefónicamente con la empresa responsable de la Raspadita a fin de efectuar el correspondiente reclamo administrativo, siendo informada de que tal premio resulta tan imposible como inverosímil. También fue tratada de “chiflada” y “desequilibrada”. Luego de tamaña desaprobación, la ganadora recurrió al asesoramiento legal del Dr. Julio Raspa, quien aseguró a la prensa que se encuentra en vías a entablar acciones judiciales por daños y perjuicios, por la suma de 35 millones de pesos.
Por su parte, el gerente de la empresa demandada reconoció a este medio que no está dispuesto a negociar pues “se trata de un error material de impresión. Algún jocoso trabajador se quiso hacer el vivillo, nada más. Evidentemente, nadie en este país tiene sentido del humor”. Sin embargo, ninguno de los presentes pudimos prestar suficiente atención al relato, pues intentábamos dilucidar el contenido de la remera que el empresario llevaba puesta: “Agarrámela con la mano”.

lunes, octubre 16, 2006

Corto: "Feliz no cumpleaños"

ESCENA 1 (Interior/Noche)
Una persona se encuentra decorando la casa para su fiesta de cumpleaños. Ya tiene preparado globos, guirnaldas, bonetes, platitos con comida, vasitos plásticos, etc.
Espera ansionsamente que lleguen los invitados. Procura que todo esté perfecto. Observa insistentemente cada uno de los cubiertos, destapa alguna gaseosa, acomoda las sillas, y chequea la hora casi constantemente. De seguida, se sienta, cansada, y se queda observando fijamente el reloj de pared.
ESCENA 2 (Interior/Noche)
Plano detalle a dicho reloj, con el segundero avanzando hasta marcar, ineludiblemente, las fatales doce en punto.
ESCENA 3 (Interior/Noche)
La persona muestra en su rostro tristeza y desolación. Apaga la luz. Trae la torta, enciende una velita, la observa, pide tres deseos, y sopla.

viernes, octubre 13, 2006

Cuento: "Ateo de peluqueros"

No creo en los peluqueros, de hecho, descreo plenamente de ellos. Si alguna certeza he de tener en la vida, ésta es que tales fígaros no existen. Me considero al respecto –y demás está decirlo- un auténtico ateo de peluqueros.
Y no solamente niego rotundamente que estos maestros de las tijeras alguna vez hayan existido, sino también reniego pensar en el disparate que resulta que se empleen dentro de la sociedad cortándole y tiñéndole el cabello a la gente.
No tengo hasta el momento una explicación plausible de por qué cuando las personas ingresan a aquellos infaustos sitios conocidos como “peluquerías”, “barberías” o “salones de belleza”, salen con su pelo estéticamente diferente a como entraron en un primer momento. Mi teoría principal radica en la hipótesis de que son los propios clientes quienes se cortan el pelo entre sí, mientras se cuentan chismes y sandeces. A posteriori, se abonan recíprocamente y se marchan todos felices.
Debo confesar, a todo evento, que tengo un amigo escéptico que sí cree en los peluqueros, pero no cree en los carpinteros. Ese está loco, de veras.

martes, octubre 10, 2006

Despelote

La Asociación Armamentista Argentina (A.A.A.), dio a conocer durante el día de ayer en el periódico Infobagre una nueva solicitada donde se invita a todos los ciudadanos a “rearmar” la sociedad. Para ello, implementarían una campaña a nivel nacional denominada “Dame una pelota, y te doy un chumbo”, mediante la cual las personas –de la edad que fuere- que se acerquen a cualquiera de las filiales de la A.A.A. con un balón, recibirán a cambio un arma habilitada, cargada y lista para ser utilizada.
“La sociedad es un verdadero despelote por estar llena de pelotudos que no hacen más que llenarle las pelotas.” –enfatizó quien suscribiera la mencionada solicitada bajo el seudónimo de El Boina Jorge Rafael, quien agregó: “Y al que no le guste, que venga a ver si se la banca conmigo, que tengo las pelotas bien puestas”.
Si bien aún no se ha adquirido plena certeza de la veracidad de la publicación, la misma ya ha contado con la adhesión de numerosos y prestigiosos ciudadanos, como el Sr. Carlos Bloomberg, el empresario Daniel Hadad, la ex diputada Elena Cruz, el chimentero Marcelo Polino y el payaso infantil Piñón Fijo.

lunes, octubre 09, 2006

Cuento: "Harry Potter"

Ayer me encontré con Harry Potter en el supermercado. Lo identifiqué inmediatamente, puesto que mientras todo el mundo recorría las góndolas a pie, él lo hacía volando su escoba de última generación. Al tiempo que con su mano diestra sostenía un canasto, con la zurda depositaba cuidadosamente los productos que él mismo iba escogiendo. Sin que el mago se percatara de mi presencia, comencé a seguirlo sigilosamente por cada uno de los pasillos del súper. Su organizada forma de recorrerlo respetó un orden tal que lo eximió de pasar dos veces por el mismo lugar. Compró jugo Ades sabor manzana, un paquete de pilas triple A, una lata de palmitos, pasta dentífrica, leche en polvo, un Mantecol de 200 gramos, una colonia Paco, un par de medias, un kilo de tomates, una palta, y alguna otra cosa más que ahora no me acuerdo.
            Al disponerse el joven a hacer la cola para pagar, yo me encontraba justo detrás suyo, sin perderle el rastro. Cuando menos me lo esperaba, se dio vuelta repentinamente y nos encontramos cara a cara. Hombre a mago. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: “Buenas”, a lo que yo le contesté “Qué tal”. Se produjo un silencio que me paralizó. De inmediato se volvió y procedió a pagar su compra; lo hizo en efectivo y con cambio justo. Luego de ello, se subió a su escoba, la arrancó tras un par de intentos truncos, y se marchó volando velozmente, como un pájaro rezagado que busca su bandada perdida.
            Me pregunto si se habrá dado cuenta de que lo reconocí, y si habrá notado que registré sus movimientos por cada recoveco del local, con la cautela del felino.
            Ahora que lo pienso, le tendría que haber pedido un autógrafo. Qué idiota.


viernes, octubre 06, 2006

Cuento: "Cuando sea grande"

Me encontraba en una clase de literatura. Tendría nueve o diez años (no recuerdo bien). La maestra Isabel se encontraba preguntándonos a cada uno de nosotros qué quisiéramos ser cuando fuéramos grandes. Las respuestas caían como diluvio: “¡Arquitecto!” –exclamó mi compañero de banco. “¡Contadora!” –prorrumpió Verónica. “¡Heladero!” –divulgó el gordo Chimeno.
Cuando se me indagó a mí, me puse algo nervioso y decidí –con el consenso de la señorita y de mis pares- no dar una respuesta apresurada, y tomarme un tiempo para pensarlo. Y ese tiempo fue de catorce años. Por eso ahora, que tengo veinticuatro, ya sé lo que quiero ser: “Quiero ser como Paenza”.

jueves, octubre 05, 2006

Cuento: "Pisabebés"

Cuando Wilma detuvo su coche frente a un semáforo en rojo, le pareció oír desde la ventanilla de un Peugeot ubicado en paralelo al suyo, una voz que se dirigía directamente hacia ella: “Disculpame, ¿tengo algún bebé pegado a los neumáticos de mi coche?” “No”, contestó Wilma, tras echar un vistazo desde su auto. Y replicó: “¿Y yo, tengo alguno pegado al mío?” “No, no tenés ninguno”, dijo la segunda mujer. El semáforo vaciló un instante, mutó a verde, y ambas pisaron el acelerador.
Es que en la ciudad de Jaebs, a 40 km. de Linse, todo el mundo piensa que mientras maneja pisa bebés.

miércoles, octubre 04, 2006

Corea del Norte amenaza con novedosos métodos nucleares

Por la tarde del pasado martes, y en el marco del conflicto nuclear que tiene como principal protagonista al gobierno norcoreano, su mandatario Pyongyang contestó duramente las declaraciones que su par estadounidense -George W. Bush- llevara a cabo durante su última conferencia en la ONU. En efecto, el gobierno de Corea del Sur advirtió al mundo acerca de la posible utilización de métodos biológicos-nucleares hasta el momento inusitados: “Si los tlecientos millones de coleanos acoldamos tilalnos un gasesito al mismo tiempo, sofocalemos el oxígeno mundial” –afirmó con dureza Pyongyang, quien minutos más tarde agregó: “Nuestla población ha sido colectamente instluida y ploveída de una alta dotación de polotos con soda en sus hogales”. Al concluir su discurso, el mandatario dejó escapar una estridente flatulencia, al tiempo que declamaba: “¡Ahí viene un tlueno!”, lo que provocó numerosas risotadas entre los presentes.

martes, octubre 03, 2006

No a las pastillas de menta

Buenos Aires, 3 de octubre. HDP-
A partir del día de mañana entrará en vigencia la Ley Anti-Pastillitas de Menta que veda el consumo de dicha golosina dentro de lugares cerrados en el ámbito de la Ciudad.
Por su parte, la Asociación de Consumidores de Pastillitas de Menta calificó a quienes infrinjan la ley de "retardados mentales", "dementes", "mentirosos" y "mentecatos".
Destacados juristas discuten si las "gomitas de menta" y los "chupetines de menta" se encuentran alcanzados dentro del ámbito de aplicación del art. 1 de la ley mencionada.
Finalmente, un polémico fallo de un Juzgado Federal en lo Civil y Comercial determinó -en el marco de la interposición de un recurso de amparo- que "no debe confundirse menta con mentol. Mientras el primer elemento tiene un sabor similar al aroma que emite el humo del haschis, el segundo sabe a marihuana húmeda", afirmó el Juez Federal Gerónimo Fumeta, quien tras firmar el fallo procedió a entonar 'a capela' un hit de Bob Marley.