Cuento: "Harry Potter"
Ayer me encontré con Harry Potter en el supermercado. Lo
identifiqué inmediatamente, puesto que mientras todo el mundo recorría las
góndolas a pie, él lo hacía volando su escoba de última generación. Al tiempo
que con su mano diestra sostenía un canasto, con la zurda depositaba
cuidadosamente los productos que él mismo iba escogiendo. Sin que el mago se
percatara de mi presencia, comencé a seguirlo sigilosamente por cada uno de los
pasillos del súper. Su organizada forma de recorrerlo respetó un orden tal que
lo eximió de pasar dos veces por el mismo lugar. Compró jugo Ades sabor manzana,
un paquete de pilas triple A, una lata de palmitos, pasta dentífrica, leche en
polvo, un Mantecol de 200 gramos, una colonia Paco, un par de medias, un kilo
de tomates, una palta, y alguna otra cosa más que ahora no me acuerdo.
Al
disponerse el joven a hacer la cola para pagar, yo me encontraba justo detrás
suyo, sin perderle el rastro. Cuando menos me lo esperaba, se dio vuelta
repentinamente y nos encontramos cara a cara. Hombre a mago. Me miró fijamente
a los ojos y me dijo: “Buenas”, a lo que yo le contesté “Qué tal”. Se produjo
un silencio que me paralizó. De inmediato se volvió y procedió a pagar su
compra; lo hizo en efectivo y con cambio justo. Luego de ello, se subió a su
escoba, la arrancó tras un par de intentos truncos, y se marchó volando
velozmente, como un pájaro rezagado que busca su bandada perdida.
Me pregunto
si se habrá dado cuenta de que lo reconocí, y si habrá notado que registré sus
movimientos por cada recoveco del local, con la cautela del felino.
Ahora que lo
pienso, le tendría que haber pedido un autógrafo. Qué idiota.
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