Back-up de textos de Germán Navas

Espacio que utilizo para mantener a salvo todo lo que escribo: cuentos, notas periodísticas, poesías, letras de canciones, fórmulas, historietas y recetas de cocina. Seguramente sea mi espacio más íntimo en la Web, por eso te pido discreción.

viernes, marzo 30, 2007

Acerca de la fonética

Hoy continuaremos con un tema que empezamos a ver el jueves pasado, y tiene que ver con abstraer de las palabras su fonética, es decir, puntualizar en todos aquellos extraños sonidos producidos por nuestras cuerdas vocales en sociedad con el sistema respiratorio y con esencial intervención de nuestra lengua, paladar y labios. Recuerden, siempre, disociar dichos sonidos de su verdadero significado, lo que en semiótica conocemos como ruptura de la elipsis significado/significante. De esto ya hablamos en clases anteriores.

Según las conclusiones que extraje tras estudiar el tema, hallé una palabra cuya pronunciación resulta sumamente graciosa, y es “borbotón”. Los desafío a que pronuncien “borbotón” en forma reiterada, sin parar, durante treinta segundos y luego me cuenten qué sensaciones experimentaron. Hagan especial énfasis en acentuar la última “o”: “borbotÓn”. Y atenti, que la be larga se pronuncia con los labios, suavemente. Inténtelo nuevamente.

Bueno, bueno, basta de cháchara, atención, dejen de reírse por un momento. Otro resultado muy interesante al que arribé guarda directa relación con la palabra “aspa”, que nos hace sentir inmune a todo lo malo que nos rodea. Repitan conmigo: “aspa”, “aspa”, “aspa”... ¿Y? ¿Se sienten protegidos? ¿Contenidos? ¿No es genial?

La palabra que más sueño produce es: “desdén”, y cuanto más lentamente la repitan, más sueño les traerá. Les dejo un minuto para experimentarlo.

Bueno, para aquellos que aún sigan despiertos, ya que los chicos del fondo se durmieron sobre sus cuadernos, les comento que el término “ahogo” estupidiza a la gente, en especial a los niños, los hace crecer más… pelotudos, por decirlo de algún modo. Por eso mismo, esta vez no los invitaría a repetir “ahogo”, aunque sospecho que más de uno de ustedes lo han hecho durante años, pero sí los invitaría a repetir: “redundancia”, aunque hay que tener cuidado porque si bien “redundancia” les brindará energía, también puede ocasionarles la pérdida de apetito, por eso no hay que abusar de dicha palabra, que llevada al extremo puede derivar en anorexia, especialmente en las mujeres.

“Intimémosla” les causará confusión, al punto de que muchas veces no sabrán siquiera dónde están parados –o sentados, en su caso-. Repitamos todos juntos “Intimémosla”, “Intimémosla”…
Por las dudas –porque ya estoy viendo sus caras de desconcierto- les recuerdo que están en una clase de semiótica. No lo olviden. Resistan, ya vamos terminando.
Ahora, ¿Qué sensación nos produce pronunciar “mixtura”? A ver, los dejo probar a ustedes mismos… Sí, exactamente. Nos causa una gran excitación sexual. Chicos, por favor, les voy a pedir, en especial a los del fondo, que eviten toquetearse, ¿O.K? O en tal caso, vayan al baño. Yo también me caliento cuando digo: “mixtura”, y no le ando tocando los pechos a las dos alumnas del primer banco. En serio les digo.

¿Por dónde iba? Ah, sí, ya sé. Les voy a hablar ahora del término “vecina”. Les recuerdo, siempre, que tienen que abs-tra-er-se completamente del significado de cada una de las palabras que analizamos. De otro modo, nunca podrán apreciar el efecto que causa sobre nosotros las distintas fonéticas. “Vecina”, les decía, trae aparejado un rechazo al medio ambiente. Por eso, repetir “Vecina”, va a incitarnos a arrojar basura al piso, estropear paredes, muebles y todo lo que tengamos a nuestro alcance. Ojo, que no va a pasar lo mismo si pronuncian “vecino”. Les pediría a los del fondo que, por favor, tengan la gentileza de poner las sillas y las mesas nuevamente en su sitio, ¿O.K.? No hagan que me enfade, por favor. Les decía, entonces, que “vecino” suele causar embarazos en las mujeres y enfermedades venéreas en hombres. Queda prohibida su pronunciación repetida, al menos en esta clase.

Bien, trataré de ir siendo breve, me quedan dos minutitos. Quiero que me presten mucha atención ahora, porque lo que voy a decir es muy importante. Hay, por último, una palabra que produce la muerte instantánea de quien la pronuncie sin parar durante treinta segundos, esa palabra la estoy anotando en el pizarrón en este preciso momento. ¿Se ve? ¿Queda claro? ¿Los de la última fila ven bien? Vamos, no sean nabos, los del fondo, ¡levántense del piso! ¡Qué pasa que no responden!

Bueno, creo que no me estoy olvidando de nada. Mientras yo voy a buscar algún médico, junten las cosas, estudien todo lo que vimos hoy y nos vemos la clase que viene.