Verdadero autista vs. Verdadero animalito
Todos nosotros tenemos conocimiento de que existen dos mundos completamente diferenciados: uno es el que transcurre dentro del plano de nuestra cabeza, y el otro, es aquel que lo hace por fuera de ella. Hay que vivir en ambos, siempre en su justa medida, no podemos fiarnos ni de uno ni del otro. Los dos suelen imponerse mutuos y constantes condicionamientos: el intelecto condiciona nuestra visión del mundo, y el exterior –a su vez- condiciona nuestro intelecto. O al menos eso dicen los que saben.
Yo, como no sé, vivo una semana en cada uno: de lunes a domingo me encierro en mi interior y permanezco durante cada segundo, minuto, hora y día que transcurre en un estado de absoluta introspección, al punto de convertirme en un verdadero autista. Cuando acaba la semana al llegar el domingo a la noche –aunque mi real sensación sea la de haber transcurrido apenas unos segundos- anulo mi estado interior y comienzo a manipular mi cuerpo hasta actuar por impulsos, pulsiones, sensaciones corporales, sin pensar, razonar ni reflexionar sobre nada de ello. Me transformo en un verdadero animalito.
Hay un momento –entre semana y semana- que lo utilizo para tomar nota de mis propias conclusiones acerca de si es mejor vivir como autista o como animalito. Así, llegué a comprender que:
“Siendo autista, al tener menos contacto con el mundo exterior, uno evita por completo generarse problemas con los demás, pero no podrá evitar jamás deteriorarse, desnutrirse o ensuciarse su ropa por no haber atendido a las necesidades básicas a las que nuestro cuerpo nos tiene educados.”
“Siendo animalito, uno siempre la pasa mejor, pero resulta mayor el riesgo de meterse en líos, pues podemos toparnos con alguien que no se encuentra preso de su impulso como nosotros, sino de su raciocinio, y entonces ahí mismo llegan los problemas.”
Teniendo en cuenta estas reflexiones, sumado a otras no menos importantes a las que pude arribar previamente, he tomado una valiosa decisión: no habitaré nunca más dentro de mí, pero tampoco viviré estrictamente por fuera de mi ser: lo haré en la mente de otra persona, de un tercero, razón por la cual, quien se encuentra escribiendo en este momento no soy estrictamente yo, sino que soy la exteriorización del cuerpo que he adoptado para transitar mi camino de vida de aquí hasta el fin de mis días.
Esto es realmente maravilloso y lo recomiendo.
Yo, como no sé, vivo una semana en cada uno: de lunes a domingo me encierro en mi interior y permanezco durante cada segundo, minuto, hora y día que transcurre en un estado de absoluta introspección, al punto de convertirme en un verdadero autista. Cuando acaba la semana al llegar el domingo a la noche –aunque mi real sensación sea la de haber transcurrido apenas unos segundos- anulo mi estado interior y comienzo a manipular mi cuerpo hasta actuar por impulsos, pulsiones, sensaciones corporales, sin pensar, razonar ni reflexionar sobre nada de ello. Me transformo en un verdadero animalito.
Hay un momento –entre semana y semana- que lo utilizo para tomar nota de mis propias conclusiones acerca de si es mejor vivir como autista o como animalito. Así, llegué a comprender que:
“Siendo autista, al tener menos contacto con el mundo exterior, uno evita por completo generarse problemas con los demás, pero no podrá evitar jamás deteriorarse, desnutrirse o ensuciarse su ropa por no haber atendido a las necesidades básicas a las que nuestro cuerpo nos tiene educados.”
“Siendo animalito, uno siempre la pasa mejor, pero resulta mayor el riesgo de meterse en líos, pues podemos toparnos con alguien que no se encuentra preso de su impulso como nosotros, sino de su raciocinio, y entonces ahí mismo llegan los problemas.”
Teniendo en cuenta estas reflexiones, sumado a otras no menos importantes a las que pude arribar previamente, he tomado una valiosa decisión: no habitaré nunca más dentro de mí, pero tampoco viviré estrictamente por fuera de mi ser: lo haré en la mente de otra persona, de un tercero, razón por la cual, quien se encuentra escribiendo en este momento no soy estrictamente yo, sino que soy la exteriorización del cuerpo que he adoptado para transitar mi camino de vida de aquí hasta el fin de mis días.
Esto es realmente maravilloso y lo recomiendo.
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