Cada vez que la angustia golpea la puerta
No la dejo entrar
La vuelco en el papel
urgentemente
Escribo a la angustia
despojándola de su capacidad de daño
Luego la exploro, la reviso, la tacho, la corrijo
la resignifico,
A la angustia hay que resignificarla siempre
Y cuando esté desprevenida, silente
Aprisionarla en pliegos de celulosa.
Lo mismo cuando golpea la tristeza
y el miedo y la impotencia
Se activa el plan de emergencia
papel inminente, una lapicera
A expulsar
A expulsar
el enojo, la duda, la ira, la sobredosis de alegría
A expulsar
Me deshago de cuanta emoción golpea
A expulsar
vaciando el tintero
A expulsar
hasta separar alma y cuerpo
Son
las 03:57 de algún viernes de mayo y desde la penumbra de mi cuarto se descompone
un cuerpo vacío asfixiado por el calor de tantos textos que arden como fuego de
hoguera.
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